Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? (Génesis 3:6)
Su rostro reflejado en la tela del computador mostraba la lucha de su corazón. Con el control remoto en la mano, enfrentaba una intensa batalla interior. Tan intensa como la lluvia que caía en la ciudad aquella noche. ¿Cuál era el problema? ¡Nunca nadie lo sabrá! Si tú fueses un viciado, tal vez, pero Carlos solo consideraba aquello, un pasatiempo. Su mente fabricaba argumentos para comprar aquella película, pero su corazón gritaba: ¡No!
La batalla de Carlos es la figura exacta de muchos que buscan argumentos racionales para endosar sus pecados. Desde que el mundo es mundo el ser humano intenta justificar las cosas malas.
En la soledad de la noche, una lista infinita de argumentos desfiló por la mente de Carlos. “Eso era malo en el tiempo de mis padres,” “Eso es terrorismo de la iglesia” “moralismo barato” “puritanismo sin lógica.” Delante de todos esos argumentos ¿cómo no iba a ser víctima de sus deseos?
En su abierta rebelión contra Dios el ser humano lo ataca diciendo que es un déspota, un tirano, un dictador que se complace en quitar la libertad de sus criaturas, al bloquear los “placeres” de esta tierra con un sello de “prohibido.” Esa acusación no es nueva. Nunca fue. Hace miles de años uno de los ángeles inició una rebelión celestial con las mismas acusaciones.
Dios ama a sus hijos y en su infinito amor dice no, para algunas cosas, y orienta a sus hijos a obedecer por su propia seguridad. Dios jamás obliga a nadie a seguir el camino que Él presenta. La decisión siempre es tuya. Una prueba de eso es el árbol del bien y del mal en el jardín. No estaba escrito, pero la opción de escoger era del ser humano. La obediencia a Dios no es esclavitud sino el resultado de una elección.
Hoy, al salir para vencer tus desafíos, con seguridad encontraras muchos árboles. En todas las situaciones recuerda que cuando Dios dice que no comerás del árbol de la ciencia del bien y del mal es porque Él te ama, pero la elección es siempre tuya. Recuerda que “la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?”
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