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ENSEÑANDO LA BIBLIA A TIKTOKERS


Si trabajas con las nuevas generaciones, entonces debes saber de TikTok, plataforma en la que se habla de todo (literal), es la red social del momento y una de las favoritas de la generación Z, una generación bien parti- cular. Si no la conoces, la definiremos así:

La generación Z o los «zoomers» (guiño a la denominación «boomers») y según Domín-guez (2020) «corresponde a aquellas personas nacidas en los últimos años de los 90’s e inicio de los 2000 (1995-2000) aunque aún no se encuentra bien definido». (Domínguez, 2020, p.1).

Los zoomers destacan por varias razones, sugieren los sociólogos. Un motivo crucial es que es la primera generación que nació «digital», lo que significa que llegaron a un mundo muy cambiado por los avances tecno- lógicos y las innovaciones, como Internet. Amantes de las redes sociales como Instagram y TikTok. Esta es una generación que se distingue por la diversidad. (Newton, 2011).

Se caracteriza mucho por ser comprometida con sus creencias, entre las cuales apoyan a los movimientos ambientalistas, la labor social en medio de una política opresora en contra de los desamparados, en su mayo- ría no ven con malos ojos las diversidades y creen que los temas como el aborto, el movimiento LGBTIQ+ o la adopción homoparental, no son un enemigo para el cristianismo.

Y como un aporte más, según la BBC News Mundo la generación Z «representa del 30 al 35 % de la población mundial(BBC News Mundo, 2020).

Y bien, ahora que sabemos un poco más acerca de los zoomers, te planteo el siguiente desafío: ¿Cómo enseñar de la Biblia a esta generación tan distinta?


Esto puede sonar un poco fuerte, pero en este punto quiero ser muy sincero. Tenemos que recono- cer que hoy la educación bíblica en la mayor parte de Hispanoamérica se encuentra mucho más fuera que dentro de las iglesias, ya sea en universidades, instituciones bíblicas o diversas organizaciones que se han levantado para poder enseñar y presentar las verdades de la Palabra. ¿Has escuchado la frase «la letra mata»? Yo la he escuchado miles de veces, y esta frase sigue dando vueltas en muchas de nues- tras iglesias, sobre todo en aquellas de corte pente- costal. En muchas de ellas se prefieren las manifes- taciones por sobre el conocimiento bíblico.


Por supuesto que tenemos que agradecer a la generación pasada por haber formado con las herramientas que tenían a su alcance a toda una generación de hijos e hijas de Dios. De hecho, en mi País, Chile, agradezco y honro lo que el «hermano» (nunca quiso que le dijeran Pastor) Pablo Hoff hizo por la corriente pentecostal, atreviéndose a escribir y enseñar cuando muy poca gente lo hacía. Pero hoy la cosa cambia, ya que nos encontramos frente a una generación rupturista, diversa, exi- gente, muy analítica y con un acceso a informa- ción mayor a todas las generaciones anteriores en la historia.

Cuando nos referimos a la enseñanza bíblica cristiana, podemos definirla como «una pe- dagogía que tiene como fin el posibilitar un encuentro personal con Dios a las personas no creyentes, mantener la experiencia personal con Dios en los creyentes, y preparar a los niños y niñas para un encuentro con Dios.» (Serrano, 2006, p.3).

Ahora, volviendo al tema actual, podemos entender como una debilidad de este modelo educativo bíblico actual la poca preparación teológica que vemos en las iglesias, y siguien- do con esta idea, puedo notar también la poca inversión que se hace en trabajar estrategias educativas profesionales en las iglesias. A veces pienso en que se invierte mucho en fachadas, pero poco en las mentes. ¿Será porque nuestra generación de liderazgo ama las apariencias? (Piénsalo).

No podemos estar enseñándoles a los niños y niñas que el Padre Abraham tenía muchos hijos (como dice una antigua canción) y no enfocar- nos en cómo construir una mirada bíblica ante la sexualidad o la relación con el prójimo. Esto me da para pensar en, quizás, un posible vínculo entre la falta de conocimiento en estas materias y el gran número de embarazos adolescente en el mundo cristiano, por ejemplo. Pero algo es seguro, hay que reconocer que hoy existe un analfabetismo bíblico en nuestras iglesias.


Ahora bien, de lo anterior -y basándome en las palabras de Pazmiño (2020)-, se entiende que es urgente que los educadores cristianos hagamos un esfuerzo en conjunto para poder enseñar de la Biblia bajo la idea de unificar teoría y prác- tica, vale decir, que las nuevas generaciones aprendan no sólo en las cuatro paredes de la iglesia, sino que también puedan aprender de nuestro testimonio como educadores, quienes debiésemos poner en práctica también lo que enseñamos. (Pazmiño, 2020).

Basándonos en la gran cantidad de profesionales con los que contamos hoy en nuestras iglesias, deberíamos potenciar estas disciplinas incorporándolas en la educación cristiana. De este modo, podríamos presentar preguntas complejas con respuestas directas que despejen dudas y acerquen a las nuevas generaciones hacia el Padre.

En línea con lo anterior, Pazmiño (2020) también plantea que la generación Z necesita, respecto del modelo bíblico educativo, que «los educadores cristianos estemos conscientes de la necesidad de balancear la preocupación por la continuidad y el cambio» (Pazmiño, 2020, p.10).

Como continuidad vamos a entender el enfatizar las verdades bíblicas esenciales, y entenderemos como cambio el enfatizar la necesidad de aplicar verdades bíblicas en relación a las siguientes variables: personal, social y cultural. (Pazmiño, 2020).

En lo personal, considero que no podemos esperar generar cambios a nivel per- sonal, sin que estos cambios influyan en el ámbito social y cultural. Ya que, si solo esperamos afectar en lo personal, solo estaríamos haciendo ruido; pero si pretendemos llegar a estas tres variables -personal, social y culturalpodemos «trastornar» al mundo.

Basándome en lo planteado por Harold Segura (2019), otra oportunidad que tenemos hoy en día, es poder promover la transformación de las estructuras educativas y culturales que perpetúan las relaciones patriarcales expresadas por medio del miedo, la agresión y el dolor. Es nuestra alternativa de fe, ante el fra- caso (hay que reconocerlo) de otras revoluciones y enseñanzas anteriores como el tradicionalismo moral, institucionalismo, religión, entre otras (Segura, 2019).

Y es que la propuesta de Jesús y Su evangelio, va más allá de una ideología. Es tan profunda que comienza en el corazón. Y en ese aspecto, cuando enseña- mos, lo tenemos que hacer como Jesús, un rupturista que cambió todo en base a la cordialidad del amor (Segura, 2019).

Siguiendo con la idea anterior, al referirnos al modelo de enseñanza de Jesús es inevitable no hablar de la sabiduría. En palabras de Biaggi (2021) citando a Winchester (2010), Platón y Aristóteles consideraban la sabiduría como una de las virtudes más importantes que las personas pueden desarrollar (Biaggi, 2021).

Por tanto, considero que todo educador cristiano requiere de sabiduría para poder enseñar la Palabra. Salomón dijo en Proverbios 2:6: «Porque el SEÑOR concede sabiduría; de su boca fluyen conocimiento y ciencia». Si estamos enseñando de Él, ¿cómo no vamos a aplicar este principio básico? Lo que yo enseño no es mi pensamiento, es el pensamiento de Dios. (Piénsalo).

A partir del análisis de todo lo expuesto anteriormente, planteo los siguientes desafíos para el modelo educativo bíblico actual dirigido a la generación Z:

  1. Educar no solo con palabras, sino con acciones.

  2. Enseñar de alguien que conocemos, no solo de alguien que hemos estudiado.

  3. Humanizar a la sociedad a través del cristianismo.

  4. Mostrar a un Jesús real, cercano y humano, que nos entiende incluso a nivel emocional, y se preocupa de las problemáticas sociales, culturales, políticas.

Para concluir con este artículo, creo firmemente que debemos profesionalizar a nuestros educadores cristianos para mejorar el tipo de enseñanza. No te- nemos que decirles necesariamente «qué pensar» a la generación Z, sino que debemos hacerlos pensar y que saquen sus propias conclusiones, y desde ahí, guiarlos. Ante una sociedad carente de referentes, necesitamos educar llevando a la práctica lo que en las aulas enseñamos. Y, por último, si esta generación necesita algo, es experimentar a Jesús, no solo escuchar de Él; por tanto, los modelos educativos cristianos deben estar equilibrados para guiarlos y abiertos al cambio que cada generación necesita.




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